Porque la ansiada libertad se da esos pequeños lujos: a veces nos hace recordar que está bueno depender un poco del otro (llámese mamá, papá, hermano/a, tío/a, pareja, etc).
Cuando tenés tu propio hogar sos dueño de tus tiempos, claro, en la medida en que el trabajo o los estudios te lo permiten y porque no ambas cosas a la vez!.
La elección del menú del día es toda tuya y así mismo sos dueño del orden y el desorden.
Sos el rey o la reina del control remoto, del volumen de la radio. El ruido y el silencio te pertenecen…aunque siempre sea más fácil manejar el ruido y en otras oportunidades haya que trabajar para hacerse cargo de que sos dueño del silencio también.
Cuando abrís la puerta de tu mundo y no hay nadie más que vos, cuando no hay con quien comentar lo que hiciste en el día, sea importante o no ¿a quién no le gusta? ¿a quién no le hace bien?. Cuando llegás cansado y nadie te preparó el mate…cositas…sólo cositas que faltan y sin embargo se hacen grandes y toman una importancia que antes cuando estaban no se le daba. ¿ O si?.
Se aprende a apreciar cosas cotidianas que ahora faltan…o que simplemente cambiaron…
Cuando te agarra el dolor de panza o una gripe…hay que aprender a manejarse sólo…
Son cositas, simples cositas que como me dijo Anita mientras me hablaba de todo esto en el MSN : “hasta me da nostalgia.”